-
Empresa
-
Nuestros productos
-
Servicios
-
Academia
Un superviviente de principio a fin
Angelinah Matimolane nos cuenta cómo un ataque de asma finalmente condujo al descubrimiento del cáncer de cuello uterino, cómo se extendió a su estómago y cómo 13 años después sigue luchando.
Angelinah (Angy) Matimolane (47) vive en Soweto con su esposo, su hija y sus tres nietos.
Historial familiar de cáncer
Hay un gran historial familiar con la lucha contra el cáncer en la familia de Angy. Uno de ellos falleció de cáncer de cuello uterino, otro de cáncer de pulmón. El hermano de Angy falleció de cáncer de estómago en 2016 y, actualmente, su tío está luchando contra un linfoma.
Enero de 2006
En el camino de regreso de unas vacaciones familiares, Angy tuvo una serie de ataques de asma. En año nuevo el ataque se repitió, pero esta vez fue masivo y tuvo que ser hospitalizada. En el hospital le tuvieron que realizar diferentes tratamientos.
Al día siguiente del ataque, le hicieron una resonancia magnética de todo el cuerpo; fue entonces cuando su médico vio que tenia el cuello uterino inflamado. Junto con un ginecólogo decidieron hacerle más pruebas, incluida la prueba de Papanicolaou. Días después, Angy se estaba sometiendo a una cirugía para que le extrajeran el cuello uterino y las trompas de Falopio.
Angy explica que en algunas ocasiones en la intimidad había tenido molestias en la zona, así como ciclos menstruales irregulares y un dolor anormal, sin embargo, en ninguna ocasión pensó que fuera cáncer de cuello uterino. Se pensaba que ya desaparecería. Añade que nunca se había hecho la prueba de Papanicolaou, sólo pruebas de ITS y VIH. Ni siquiera sabia que era el virus del papiloma humano (VPH); de hecho, se enteró cuando su hija hizo un proyecto escolar después de su diagnóstico que el virus del papiloma humano puede causar cáncer de cuello uterino.
En ese momento Angy no comprendía todo lo que le estaba pasando. Ella pensó que la operación tenía que ver con su asma. Fue después de la segunda operación de emergencia, debido a una obstrucción intestinal causada por la primera cirugía, que su médico le preguntó sobre el cáncer y si sabía de qué se trataba.
El doctor le explicó a Angy que tenía cáncer de cuello uterino y que cuando la operaron, su cuello uterino estaba desgarrado. Angy estuvo en el hospital durante dos meses. “Si no fuera por mi ataque de asma, no habrían encontrado el cáncer. Visto de esta forma, a mí, el asma me salvó la vida”, dice Angy. Después de la operación no le administraron otros tratamientos oncológicos, y se le programaron controles anuales.
2009
En 2009, durante un chequeo, una ecografía mostró que el ovario izquierdo de Angy estaba inflamado. Directamente le hicieron una biopsia, pero antes de obtener los resultados, Angy sufrió otro ataque de asma y tuvo que ser trasladada de vuelta a urgencias al hospital.
Afortunadamente, la llevaron al mismo hospital dónde se encontraban sus médicos. Estos le trataron el asma y la sometieron a una tercera cirugía, ya que en la resonancia vieron como su ovario se había roto y sus intestinos estaban comenzando a desgarrarse. En la cirugía tuvieron que extirparle el ovario izquierdo y repararle los intestinos.
Después de una larga estancia en el hospital, le dieron el alta, pero pocos días después la cicatriz de la cirugía se abrió. Tuvieron que trasladar a Angy de urgencias, una vez más, al hospital donde le realizaron varias pruebas y una gastrostomía para recoger muestras y hacer biopsias de las partes del tejido que se había “reventado”.
Diagnosticaron a Angy con cáncer de estómago e intestinal; el cáncer de cuello uterino se había extendido a los ovarios, al estómago y a los intestinos. Angy se tuvo que someter a otra operación en la que le extirparon partes de su estómago e intestinos para conseguir erradicar el cáncer.
La recuperación de esta operación fue más larga, Angy estuvo en la UCI sedada mientras su herida se mantuvo abierta durante cuatro meses. Además, Angy también se sometió a radiación mientras estaba en el hospital y tuvo que usar bolsas de ostomía durante seis meses.
Cambio de hábitos alimenticios
Una vez que Angy se curó por completo le dieron el alta a pesar de que se pasaba todos los días en el hospital para que le cambiaran los vendajes. Debido a su operación, hubo cambios drásticos en sus hábitos alimenticios ya que ahora su estómago era mucho más pequeño que el de un adulto normal, por lo comía mucho menos de lo que solía comer.
Ahora también sufre del síndrome del intestino irritable, por lo que debe evitar consumir alimentos que contengan lactosa. Sin embargo, admite que cuando no hay nadie en casa come natillas y consecuentemente sufre las consecuencias, eso sí, sola. También se mantiene alejada de las bebidas con cafeína, las bebidas gaseosas, la comida picante, el cordero, el cerdo y el samp. “Escucho a mi cuerpo, si no está de acuerdo con él me mantengo alejado de él. Estoy tratando de vivir de manera saludable… poco a poco. También salgo a caminar entre semana. Además, mi hija es muy estricta… no es doctora, pero actúa como tal y me hace caminar”, explica Angy.
Aunque el apetito de Angy ha disminuido, su amor por la cocina se ha mantenido igual. “Mi cocina es lo que ha mantenido a mi esposo en casa”, bromea. “Me encanta cocinar los espaguetis a la boloñesa, ya que es el plato favorito de mi hija y de mis nietos. Pero, también disfruto preparando ensaladas braai africanas”.
Recaída
En 2011 le diagnosticaron una hernia abdominal, debido a la complejidad de la última cirugía que Angy tuvo no podía tener más cirugías abiertas por lo que tuvieron que posponerla. En 2014 su cirujano había completado un curso en UAE y confiaba que podía realizar la cirugía. Esta se hizo y fue un éxito, consiguieron reparar la hernia además de extirpar un tumor benigno de Desmoide.
Debido a que Angy no podía someterse a más cirugías, el equipo medico decidió enviarla a Morningside Clinic para que le hicieran un chequeo especial. “En Charlotte Maxeke Johannesburg Academic Hospital (CMJAH) no tenían los instrumentos para hacerme una aspiración que se realiza a través de la vagina, para extraer las células de donde había el ovario izquierdo para analizarlas”, explica.
Desafortunadamente, Angy tuvo recaídas en 2014 y en 2018, y se fue a las Clínicas Rosebank y Morninside para participar en ensayos clínicos de nuevos tratamientos.
El año pasado le encontraron otro tumor de Desmoid en su pelvis, este estaba en una zona muy complicada cerca de su vejiga y columna vertebral. No podían operarlo y le sometieron a más pruebas en febrero para comprobar si con el tratamiento este tumor iba cambiando/reduciendo.
Además, le dijeron que si había otra recaída no podrían hacer nada al respeto a no ser que lanzaran nuevos tratamientos. “He aceptado esto gracias a reuniones de grupos de apoyo. He visto cómo otros pacientes han sufrido con la quimioterapia y estoy agradecida de no haber sufrido de esta forma. ¡Me considero una afortunada! Todos los días cuando me despierto y veo que sigo viva, le doy gracias a Dios”, explica Angy.
Images by: Chantal Drummond Photography
Make-up by: Roslyn Draai – Estee Lauder South Africa
Venue: Discovery Healthy Food Studio
Written by: Laurelle Williams