El respeto genera confianza
Las interacciones basadas en el respeto generan confianza, y ésta se manifiesta principalmente en la manera en la que abordamos los debates.
Los jefes deben observar tres reglas básicas:
1. La base de una comunicación respetuosa es que los empleados deben al menos sentir que su jefe les escucha. Por ello, el jefe debe crear el marco adecuado, por ejemplo, reservando el tiempo necesario, para que los empleados expresen sus preocupaciones, dudas, etc.
2. Los empleados deben sentirse comprendidos. No se trata de los pequeños detalles, sino de que los empleados sientan que su jefe al menos es capaz de comprender su punto de vista. Para ello es necesario reflexionar de manera conjunta durante las conversaciones. Por escrito resulta demasiado largo y prácticamente imposible. La solución, por tanto, es mantener conversaciones tan frecuentemente como sea posible o necesario.
3. La tercera regla fundamental es que los empleados deben sentirse incluidos. En la práctica, esta regla quiere decir que deben percibir que sus ideas y opiniones han sido claramente incluidas en el proceso de toma de decisiones, y quizá en los resultados. Para ello, el jefe debe ofrecer información a los empleados una vez que se ha tomado la decisión.
Los valores básicos garantizan el amor propio
Los jefes se ganan la fidelidad de sus empleados mediante interacciones respetuosas y al respetar sus “valores básicos”.
Los valores son los que dirigen los pensamientos y las acciones. La importancia de los valores individuales se demuestra en la medida en la que una persona está dispuesta a tolerar para garantizar la aceptación. Por sus propios "valores básicos", las personas están incluso dispuestas a aceptar cambios radicales en sus condiciones de vida (por ejemplo, mudarse, cambiar sus obligaciones o incluso aceptar sacrificios económicos). La persona que vulnera sus "valores básicos" a la larga pierde su amor propio.
Por ello, nos aseguramos de respetar los valores básicos de los empleados cuando les reclamamos fidelidad. Para ello, debemos considerar adecuadamente los valores y la cultura personales que consideran propios.